En ocasiones creo que incluso se va a churruscar, pero es que cuando oigo el sonido que emite la cafetera italiana y que me dice que el café ya está listo, soy incapaz de darle al botón para que la vitrocerámica deje de expulsar calor. Este sonido, unido al penetrante olor, me emboba y durante unos segundos, que a veces se alargan más de lo deseado, me transportan a otro sitio...
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario