Dejando a un lado el horror del accidente, una vez más tenemos en nuestra mano la capacidad de acabar con el periodismo repugnante que se hace en televisión y que sólo busca el morbo y el dolor. Lo tenemos en nuestra mano pero, como en otras muchas ocasiones, no hacemos nada.
En lugar de tanta queja no tienes más que, sencillamente, presionar el botón de apagado.
Nos guste o no la televisión está regida por la publicidad y si nos negamos a ver ciertos programas, los anunciantes dejan de patrocinar. Sin más.
Y sí, les importa un carajo el dolor, el sufrimiento o la muerte. Esto es audiencia y audiencia sólo significa dinero.
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