¿Has oído hablar en
alguna ocasión de los fitonutrientes? Son los encargados de aportar color a los
alimentos que ingerimos. Sirven como antioxidantes, protegen nuestros cuerpos
ante algunas enfermedades y son los encargados de fortalecer nuestro sistema inmunológico…
Pero, avanzando un paso más, ¿Te has fijado en alguna ocasión en el efecto que
dichos colores tienen sobre nuestro intelecto?
Porque yo, cada vez que
me siento frente a un plato de espárragos como éste, sólo recuerdo los
maravillosos bosques de Costa Rica en los que las orquídeas epifitas trepaban
por los árboles en busca de algo de luz solar…
Y cuando observo una de
estas naranjas chinas y veo ese color, me traslado automáticamente a aquel
verano en la Toscana, con un calor sofocante que casi impedía respirar pero que
no restaba en absoluto protagonismo a la maravilla que suponía contemplar
aquellos campos …
Y si me planto frente a
un tomate como éste, observo las cabinas telefónicas de Londres, rojas,
relucientes, inigualables…. Esas que ya nunca se utilizan pero que llaman
nuestra atención cada vez que las vemos…
Y esto no son
champiñones, en realidad son un paseo por aquel parque en Estocolmo a 18° bajo
cero… una experiencia única…
¿Un increíble arroz con
bogavante? No, son los taxis de Nueva York, aquellos que aquel día intentaron
atropellarme cuando, alocadamente, cruzaba aquella inmensa avenida…
Y esta pasta, que
probablemente pienses que es una verdadera porquería, sólo me traslada a esas
playas de Formentera en las que, año tras año, me siento a observar el mar, lo
grabo en mi cerebro para ser capaz de aguantar todo el invierno ….
Porque la comida se huele, se saborea, se palpa…
pero, sólo observándola, te hace viajar…
No hay comentarios:
Publicar un comentario