viernes, 11 de febrero de 2011

Redondo...


Y es que cuando me di cuenta tenía un montón sobre la mesa de la cocina... y eso podría tener distintas consecuencias:

1. Subida inminente de azúcar,
2. Muerte por indigestión,
3. Incapacidad de entrar por las puertas...

Así que, con la plena certeza de que podía estar cometiendo un asesinato, junto a su cajita lo metí en el congelador. Ayer, una semana más tarde de este acontecimiento, lo coloqué unos 10 minutos sobre un radiador y oye... como recién hecho... hasta aquí puedo leer...

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