Cuando aquella noche caí vestida al agua, no me preocupó en absoluto mi ropa.... Sólo mis flamantes botas amarillas.... Creo recordar que grité algo semejante a "No, con botas no" pero dio igual, caí vestida, con botas... Amarillas... Y fue lo que más me preocupó de la noche... Hoy, que echo la vista atrás, pienso que aquella noche hubiera supuesto un cambio radical, una locura... Y en ocasiones me pregunto qué habría sucedido si yo, en lugar de tener la cabeza (mojada) sobre los hombros me hubiera puesto todo por montera y hubiera dicho que sí (o que no, según se mire)... No tengo ni la menor idea, pero no me arrepiento... Las cosas tienen su razón de ser, a veces incomprensible, pero su razón. Y si hoy él me volviera a tener en el borde de la piscina con mis botas puestas (amarillas o de cualquier otro color), sólo diría... "No, con botas no"...
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario