Durante este periodo de enclaustramiento (que a mi la palabra confinamiento no me gusta nada, es más, yo me he enclaustrado, no confinado, que son cosas distintas) que dura ya la friolera de 14 días, he salido en una única ocasión a la calle. 15 minutos. A la tienda de la esquina... Podía haber elegido cualquier otro sitio, otro probablemente en el que hubiera más cosas (aquí hay verdura, fruta y excepcionalmente leche y huevos, que de hecho es lo que compré). Hubiera dado lo que fuera porque tuvieran yogures, que yo tengo yogurtera (y la producción hubiera sido a raudales), pero no había... Y de hecho escogí esa tienda por una razón... Y es que no tiene puerta... ya ves tú la gilipollez... pero el hecho de no tener que pasar o abrir una puerta al entrar a un supermercado o una tienda de mayor tamaño fue la clave absoluta de ir a ella... No sé... me dio mucha seguridad (y eso teniendo en cuenta que además, hoy en día, la gran mayoría de las puertas se abren solas)... pero bueno... para mi siempre será la-tienda-de-la-esquina-que-no-tiene-puerta... y tiene hasta título de cuento... no digo más.
viernes, 27 de marzo de 2020
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